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Salvado por la Literatura

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El otro día tuve una conversación que sólo puedo calificar como "mistifying": platicando con una muchacha muy chula, ella me explicaba como aprovechaba sus vacaciones leyendo. Intrigado, pues no es una actividad muy común en nuestro medio (y menos entre las muchachas chulas), le pregunté qué era lo que gustaba de leer. Temiendo por supuesto una de esas respuestas super ñoñas como "Paolo Cohelo" o "Libros de superación personal", me atreví a adelantarme sugiriendo que quizás lo que leía eran novleas o cuentos, buena literatura. Su respuesta fué rápida y rotunda, no desprovista de obvio desdén: No, prefiero leer cosas que de verdad me sirvan.

Ok. Eso me sacó un poco de balance.

Después de una brevísima (cómo de 3 frases) explicación sobre el hecho de que la literatura también sirve para la vida y para crecer a las personas, y viendo que su efecto era cercano a cero, continué con la pregunta obvia "Y entonces qué es lo que lees".

Filosofía.

That knocked my socks off. Seriously. El intercambio siguió por unos instantes, en los cuales yo traté de hacer algún argumento a favor de la literatura, pero, en realidad no tenía caso, y yo tenía alguna otra cosa que hacer, así que pronto se terminó nuestra conversación. Más tarde ese día reflexioné sobre lo que la morra me había dicho, y pensé que tanta razón tendría, no al respecto de la utilidad de la literatura para la vida; para mi, eso es incuestionable, y es el tema central de este Blog, que atacaré más abajo.

Mi primera reflexión es sobre la utilidad de conocer la filosofía para volver mejor nuestra vida cotidiana. Traté de pensarlo fríamente, sin prejuicios, ya que a lo largo de mi vida siempre me he sentido un tanto alejado de la filosofía... bueno, si he de ser muy sincero nunca he estado particulamente interesado en ella. He tenido algunos acercamientos con la filosofía, orientados a conocerla mejor y aumentar mi cultura en el tema, pero la verdad nunca me he "enganchado". La mayor parte de mis roces con la misma han sido como consultas para proyectos no centrados en la filosofía. Y la verdad creo que ninguno de ellos, ni mi desconocimiento de la misma me hayan afectado en la vida.

Ojo en esto, me refiero a MI vida. Sin embargo creo que la filosofía, como caldo de cultivo de las ideas nos pega en las vidas a todos, ya que la cultura que todos vivimos, en la cual nos criamos, ha sido pasado por el tamíz de la filosofía múltiples vueltas a lo largo de la historia. Pues el trabajo de los filósofos se cuela una y otra vez, a través de las artes, de la política, de la ciencia hasta imbuirse en la cultura que modela y distingue a las sociedades humanas. Sin embargo este proceso no es instantaneo, ni tampoco automático: ocurre a lo largo del tiempo, y no todas las ideas generadas por los filósofos llegan a convertirse en parte de la cotidianeidad. En este aspecto, considero a la filosofía igual a las otras ciencias de las cuales es hermana: no son creadas para el uso práctico.

Hace 250 años, cuando Newton sentaba las bases de la física clásica, su trabajo estaba más allá de la comprensión y uso práctico para cualquiera de sus contemporaneos; sin embargo, en la actualidad, su trabajo se ha filtrado en nuestra vida de una forma que nos resulta tan natural que difícilmente lo percibiomos más, pues se encuentra presente en actos tan simples y cotidianos como andar en bicicleta. Del mismo modo, la filosofía no entra directamente a uso en nuestras vidas más que en contadas ocasiones, ya que al igual que una complejísima ecuación cuántica, su uso práctico es limitado y está restringido a aquellos educados para extraerle el jugo. Mi punto siendo: podemos chutarnos, sin ser profesionales del área, toda la filosofía que podamos asimilar, para aumentar nuestra cultura general, pero, salvo en contadísimas excepciones, poco afectará nuestra posición respecto a la vida.

So much about philosophy.

En realidad este post es acerca de la Literatura, de como la misma puede cambiarnos la misma. Como nos hace crecer, nos educa y nos vuelve mejores humanos a cada página. Quizás pueda sonar muy parcial de entrada, y en lo fundamental lo soy, pues la literatura ha cambiado y enriquecido mi vida y me costaría trabajo entender el mundo sin ella. Pero dejenme argumento para no quedarme sólo en la pura ovación.

Antes de continuar quiero ser muy preciso apuntando a que este blog se refiere sólo a literatura de calidad, a aquella que es un arte y como tal trasciende al tiempo y al espacio donde fue creada. No tiene nada que ver con seudoliteratura y literatura basura: bestsellers y novelitas de fórmula qué tienen como finalidad satisfacer a lectores poco demandantes que sólo buscan una emoción barata, segura y simple. Esto no es acerca de los Harry Potters, ni los Stephen Kings, ni las Ángeles Mastreta del mundo, ni nada que vendan junto a las cajas del Sanborn's y el Vips. Aclarado este púnto, vámonos.

Recuerdo que tiempo atrás leí una página web (les pondría la liga, si recordase donde está) cuyo autor, un argentino, tiraba tierra a los tan populares libros de superación personal, los de autoayuda, las novelas de crecimiento humano y material semejante. El autor apuntaba al hecho de que algún conocido le había hablado de cómo su vida había sido afectada por alguna de estas publicaciones, de cómo le había ayudado a descubrir su "yo interior" o alguna estupidez por el estilo. El argentino en cuestión como respuesta, simplemente le dijo: ese libro lo único que hizo fue decirte lo que tú querías saber, algún lugar común que hace sentir bien al bulto de la gente, y les hace pensar que su vida está resuelta, en lugar de enfrentar las piedras que la vida les presenta.

Completamente de acuerdo. Esa familia de publicaciones no cuenta más que como un desperdicio de papel, que bien podría haber salvado algunos libros. Buena alternativa al papel sanitario y a los ladrillos para nivelar camas viejas. El secreto para enfrentar la vida no está en tres páginas de libros de bolsillo: está en enfrentar la vida con valor, aprehender el mundo, y asimilar nuestra propia experiencia, usando nuestra inteligencia para sacar el mejor provecho a cada situación que se nos presenta.

¿Qué más les puedo decir?... "Yo me he llevado tu queso"... and so what?

Por el otro lado tenemos a la literatura. El mencionado autor de artículo, decía que cuando nos adentramos en la literatura, ya no necesitamos libros de superación personal, pues aunque nuestra propia experiencia en la vida sea limitada, a través de la lectura ella tenemos la oportunidad única de vivir muchas vidas diferentes, de conocer lugares y ganar experiencias junto a los personajes de esos cuentos y novelas que tan ávidamente consumimos.

Otro punto de casi-acuerdo. Ciertamente no toda la literatura es edificante, pero toda es educativa: el narrador, como el buen maestro Tolkien lo apuntaba en algúno de sus ensayos, es primero que nada un testigo y un fotógrafo de la realidad, á la Cartier-Bresson. No importa el género o temática que aborde su literatura, la experiencia humana, propia o aprendida estará siempre de transfondo de cada texto. No puedo darle en 100% de razón al argentino, pues no siempre esos personajes nos cuentan experiencias que podamos reproducir en la realidad; frecuentemente los conocemos bien poco; pero si, cada obra está imbuida de la humanidad de su creador y de la fuerza y pasión de su arte.

Además de esta experiencia transfundida, la literatura ejercita nuestra mente, pues como todas las formas de arte exige del receptor una buena chamba de interpretación y de empatía con el autor y sus personajes. También hace trabajar nuestra imaginación, pues nos presenta con imágenes de lugares, tiempos y personas, que existen (o no existen) fuera de nuestro alcance. Estos dos poderosos músculos que trabajamos al leer, nos ayudan a cada día enfrentar con mejore posibilidades al mundo y sus situaciones menos que ideales.

Yo en lo particular, encontré en la literatura, al igual que en la música, una tabla de salvación para muchos de mis momentos más difíciles. Como niño y adolescente solitario, con pocos amigos y demasiada televisión, la literatura me abrió los ojos y la mente a un mundo mucho más grande, uno lleno de posibilidades ilimitadas y que esconde una aventura al doblar cada esquina, justo como la vida misma (muchos años después, me sige sorprendiendo, y entristeciendo, encontrar a cada paso personas que sus mundos son tan pequeños como un dedal, y se encuentran bien conformes y felices con ellos).

Aún recuerdo mis primeros libros, a los tres años, donde conocí a Gulliver, al flautista de Hamelin y a los aviones, una de las mayores pasiones de mi vida. Después, ya más grandecito viví aventuras junto a los hijos del Capitán Grant y al valeroso Ivanhoe. Viajé de la Tierra a la Luna, y conocí las omniosas junglas de Venus. También pude extraer vino de las flores de diente de león, y perseguir a los desgraciados asesinos de una familia de granjeros de Kansas. En alguna ocasión navegué en una barca con un mago que cargaba una horrible maldición y conocía los terribles descendientes de Yoggoth. He andado por los caminos polvorientos en tiempos de la gran depresión, luchado contra el cancer durante el apartheid, despertado al Golem, buscado mi gato (y mi mujer) perdido; conquistado ciudades (Jerusalém, Troya, Melniboné, Minas Tirith) y arrasado naciones a mi paso. Y eso sólo es un breve principio.

Al tiempo que he probado todo este rango de experiencia humana, me he deleitado con el extraoridinario oficio de los autores: su prosa extraordinaria, su capacidad fabulista, sus malabares lingüísticos, sus habilidades para ensamblar textos, para crear y resolver estructuras narrativas. Todos estos premios vienen dentro del paquete literario (sin mencionar todas las ventajas didácticas: el léxico, la ortografía, la cultura general, etc.) Aún así la mayoría de las personas viven con flojera de comprometer su cerebro, y que prefieren los libros baratos, el cine jolibudense, y la televisión pública mexicana. Triste pero cierto como la muerte. Pero no perdamos más tiempo en ellos, a manera de despedida, y para quién le interese, les dejo una lista de libros que (ultimamente) cuando la gente me pregunta, les digo que DEBEN de leer:
  • Murakami, Haruki - La crónica del pájaro que da cuerda al mundo.
  • Capote, Truman - A sangre fría.
  • Coetzée, J. M. - La Edad de Hierro.
  • Bolaño, Roberto - Los detectives salvajes.
  • Mulisch, Harry - El descubrimiento del Cielo.
  • Auster, Paul - La noche del Oráculo.
  • LeGuin, Ursula K. - Tehanu.
  • Cervantes, Miguel de - El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha.
  • Rulfo, Juan - El llano en llamas.
  • Lovecraft, H.P. - Los mitos de Cthulhu.

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2 Responses to "Salvado por la Literatura"

  1. Juan García Colorado Says:
  2. ¡Qué cosas pasan!

    Alguna vez, platiqué en un antro con una muchacha que sabía más de Schopenhauer, Kierkegaard y Nietzsche que mi maestro de filosofía del siglo XIX.

    Fue mi novia durante tres años...

    Un abrazo fuerte, Pire.
  3. PBeltran Says:
  4. Oiga Doc, pues páseme el nombre del antro a ver si encuentro más por el estilo... Un abrazo.