RSS

Moleskinerie

PBeltran Filed Under:

Con increible facilidad, un descuido de un usuario puede transformar una Moleskine en un accesorio que pasa de lo chic a lo snob, y de lo artístico a lo intrascendente. Sin el toque creativo, sin el compromiso de originalidad, una Moleskine no es sino un cuaderno de notas marca Polito, pero mucho más caro.

Aunque la "leyenda" de la Moleskine se basa fundamentalmente en la mercadotecnia que la empresa italiana Modo & Modo le hace, no podemos negar que existe un talante romántico en las descripciones de ciertos tipos clásicos: el escritor indolente y aventurero, siempre metido en problemas y sólo armado con su pluma y su cuaderno de notas; el pintor romántico, embelesado con la naturaleza o la belleza de una abstracción, dejando trazos rápidos en su repositorio de bosquejos; y por supuesto, el corresponsal de noticias: arriesgado y entrometido, con balas zumbándole sobre la cabeza y ninguna arma más que unas palabras garabateadas a toda prisa. La Moleskine es un sumario de esos arquetipos, y un oasis de tradicionalismo es una época completamente digital. Es una comodity donde podemos ventilar nuestros rasgos más artísticos, por pequeños o fugaces que estos sean.

Siempre y cuando, claro, se utilice con estos fines. Bien, no hay regla alguna que obligue a un usuario a escribir sólo cosas artísticas en su Moleskine, pero las trivialidades que en ella se escriben deberían ser la excepción, no la regla de uso. Yo tengo una Moleskine. La compré porque mi amigo Tryno me la recomendó, para recopilar notas de viajes. Cuando la obtuve, la verdad es que me entusiasmé por su presencia: tiempo atrás, cuando era más ingenuo, creí que podría dedicarme a la escritura, y la Moleskine era como una oportunidad en limpio para agarrar la práctica donde la dejé.

Voy a abundar un poco en este tema: hace unos tantos años, y considerandome un lector muy avezado, con un importante kilometraje de libros (de calidad irregular, pero usualmente del lado del que llamamos "literatura"), sentí que mi siguiente paso lógico era ponerme a escribir: tenía el background de influencias, un montón de ideas en la cabeza, que yo consideraba válidas, pluma y cuadernos de raya tamaño profesional (luego evolucionaría a computadora). Mi materíal estaba formado fundamentalmente por cuentos del género fantástico: una dedicada dieta de lecturas de Lovecraft, Bradbury, Dunsany y otros semejantes habían sentado los fundamentos. Después hice mis primeros intentos en la novela, con interés particular en el relato histórico e histórico alternativo: sólidamente documentado con abundantes referencias bibliográficas de tiempos y lugares alejados.

Toda esta aventura, que duró unos buenos 7 u 8 años, pasaba por alto algunas de las premisas básicas del trabajo literario: primero, que es un trabajo de tiempo completo, no un hobbie, ni una afición. Dos son sus tareas principales: la primera, leer; pero no una lectura ligera, de entretenimiento: es una lectura consciente e informada, que desglosa y desenmaraña al otro autor y entiende su forma, su fondo y todo lo que hay enmedio. Esta lectura debe de estar sazonada con toques de teoría que nos permitan atravesar los intrincados recovecos de la lengua y la comunicación humana. La segunda tarea es por supuesto, escribir: escribir, escribir y luego, escribir un poco más: perfeccionar el texto, revisarlo, cuidarlo, enriquecerlo, y luego, seguir escribiendo.

La segunda premisa, igual, si no es que más de importante que la previa, es que para escribir, debe uno tener para contar cosas que valgan la pena. Tryno, narrador de profesión (o de pretensión) me decía que es una fuerte tentación para un escritor el hablar acerca de si mismo, asunto que con frecuencia, es de poco interés, si no es que planamente aburrido para el resto de la gente (ojo, estos textos no cuentan como referencia: es un Weblog!). Tolkien explicaba que un autor es fundamentalmente un cronista de la realidad del mundo, y un intérprete del mismo. En pocas palabras, sin ideas valiosas y sin experiencia, está de la fregada ser escritor.

La última premisa, quizás la menos importante para la creación, pero si para hacer la vida y difundir la obra de un escritor es que existe todo un mundillo literiario y editorial, con sus propias reglas y fauna, al cual hay que acceder y sobrevivir con tal de hacerse de la reputación necesaria para, al menos, poder usar el título de escritor en las tarjetas de visita. Pues estas premisas tan obvias, estaban completamente ausentes de mi consideración cuando decidí dedicarme a la escritura. Quizás por la bendición de no ser estúpido, logré, a pesar de mis limitaciones, obtener ciertos resultados interesantes, sin embargo, nunca para ser considerado una carrera. Así pues, y viendome enfrentado a la cruda realidad de mi incompetencia, dejé la actividad de escritor, más bien de manera renuente, para volcarme hacia otros derroteros menos inspirados.

Así pues, cuando la primera Moleskine cayó en mis manos, dije "aquí tengo estas hojas en blanco, de aquí me voy a agarrar para retomar la actividad de escribir, al menos, para mi". Sin embargo, esto no ha sido así: no digo que no haya escrito nada original, si lo he hecho, también he volcado reflexiones personales e incluso apuntes de viaje, de interesante calidad. Pero nada cuenta como "escribir". Y está terriblemente lejos de ser "suficiente". Mi Moleskine no es sino otro accesorio snob, lleno de intrascendentes apuntes de trabajo y notas de emergencia. Esta reflexión vino de manera accidental, mientras caminaba con Rocío por la avenida Hidalgo. Y después de ella, decidí que tengo que hacer otro intento: más aún, ahora que las Moleskines se han difundido a mi alrededor (ya ven como hay gente envidiosa), hay que hacer una diferencia con la propia. Pero lo más importante, es que escribir es algo que QUIERO hacer y a lo cual me he estado resistiendo. Incluso este blog ha sido víctima del fenómemo.

Acabo de apartar un espacio en blanco en mi Moleskine. Tengo multitud de dispositivos electrónicos para conservar lo intrascendente. A partir de aquí, quiero volcar de nuevo lo valioso que tengo en mi mente. Creo que ahora tengo más y mejores cosas que decir que en el pasado. Incluso, creo que tengo mejores formas de plasmarlas. Aún no puedo volcar mi esfuerzo completo a la escritura, pero deseo, al menos, que aquel tiempo que le dedique sea de gran calidad. En estos días muchas cosas se están componiendo (y otras desacomodando) a mi alrededor, así que supongo es una coyuntura adecuada. Nada que ver con el año nuevo, yo tengo mi postura al respecto. Los mantendré informados. Quizás hasta postee parte de lo que caiga en aquellas hojas, en este espacio, al fin y al cabo, es parte de la promesa del mismo. De rayo.

| edit post

1 Response to "Moleskinerie"

  1. Rafael Andrés Suárez Vázquez Says:
  2. Te agradezco haberme ampliado el concepto de Moleskine que tenía, de manera tan erudita, pues mi única refrencia anterior era gracias a Hemingway. Pero lo más importante que quiero comentarte es que me agrada tu decisión de volver a escribir, aunque sólo sea intento, si eres muy rudo contigo. Mi punto es que se debe escribir para uno mismo pero no de uno mismo, como bien apunta Tryno, y no necesariamente buscando la fama sino la belleza, el arte de transmitir y remitir a pasajes alternos a los lectores. Ahora es muy diferente que hace 10 años en este medio, hay mas canales y tu lo sabes, no necesitamos hacer fila de aprobación en editoriales.
    En fin festejo tu regreso al posteo, que apenas adverti por los 6 meses sin cambio que mencionas, y te mando un gran saludo.