Curiosa frase: la recuerdo de alguna película mexicana, blanco y negro, en dónde hacían burla de la ingenuidad de los habitantes de la península. Sin embargo, tras meditarla un rato junto a unos amigos, llegamos a la conclusión de que, dado que uno de los varios fines del mundo que Tierra ha tenido (el último, aquel que extinguió a los Dinosaurios) ocurrió cuando un asteroide impactó esa región del sureste de México, las posibilidades estadísticas de que el Mundo termine en ese mismo lugar son mucho menores: el yucateco no podía estar equivocado.
Descubrir Mérida fué una sorpresa de lo más agradable para mi. Fuera de la humedad en el ambiente, a la cual me encuentro poco acostumbrado, que aunada al calor reinante me hizo bastante difícil la vida en los dos días que por allá pasé, todo lo demás me resulto excelente: la ciudad es mucho más grande de lo que yo imaginaba (unos 800 mil habitantes: los meridianos presumen arriba del millón), y además es bastante bonita. Lo primero que me llamó la atención es que no es tan "Blanca", pues los colores que más noté fueron tonos rosas y verdes apastelados, muy torpicales... pero en fín, la cuidad está, en todas las partes que pude ver, limpísima, con nada de basura regada en lugar alguno. El centro es muy atractivo, y la vocación turística quedó bien clara cuando se nos permitió visitar el Palacio de Gobierno de Yucatán aproximadamente a las 10 de la noche. Algunas ciudades "Patrimonio de la Humanidad", como Zacatecas podrían aprender de esta disposición.

Palacio de Gobierno de Yucatán, con la catedral, la nuit .
Photopire
Todos los meridianos con los que conviví se mostraron muy amables y de buen caracter: en mis lugares de trabajo, el hotel y turisteando por ahí; por otra parte, la velocidad con la que circula el tráfico, aún en las partes "rápidas" (el taxista que me llevó al aeropuerto iba desaforadísimo... a 80km/h) me habla de un estilo de vida bastante relajado, mientras que el desenfado de los lugareños refleja una calidad de vida elevada: también es muy seguro, como un comerciante me dijo "no hay bandidos yucatecos" (luego me aclararon que los bandidos vienen de otras partes de la república).

El salón principal del Palacio de Gobierno de Yucatán, con oleos de gran formato contando la historia de las luchas sociales de la entidad.
Photopire
Mi lugar favorito fué el renombrado Paseo de Montejo: una avenida rodeada por una colección ecléctica de lujosas construcciones, recuerdos de antaño: mansiones afrancesadas que reflejan los gustos porfirianos, monumentos neoclásicos tardíos, y mis favoritas, casas Art Decó para volver a los gloriosos años 30. Definitivamente regresaré a Mérida en la primeara oportunidad que tenga: me falta demasiado del Sureste por descubrir y disfrutar!

En la noche, un balcón de la afamada Casa de Montejo en el corazón de Mérida
Photopire
Pero como desconozco cuando se presentará esa oportunidad, me compre mi guayabera para conservar el estilo y aguantar los últimos calores que han pegado en Zacatecas: por lo mismo me voy a ir a tomar una Cerveza Montejo bien fría, para recordar mi viaje, con la tranquilidad de saber que si el mundo se va a acabar, siempre podremos huír a Yucatán. Salú!
P.D. Mi gratitud absoluta a la chulísima ingeniera Ana Razo, mi anfitriona bajacaliforniana en Mérida, que hizo de mi estancia una particularmente agradable.
Descubrir Mérida fué una sorpresa de lo más agradable para mi. Fuera de la humedad en el ambiente, a la cual me encuentro poco acostumbrado, que aunada al calor reinante me hizo bastante difícil la vida en los dos días que por allá pasé, todo lo demás me resulto excelente: la ciudad es mucho más grande de lo que yo imaginaba (unos 800 mil habitantes: los meridianos presumen arriba del millón), y además es bastante bonita. Lo primero que me llamó la atención es que no es tan "Blanca", pues los colores que más noté fueron tonos rosas y verdes apastelados, muy torpicales... pero en fín, la cuidad está, en todas las partes que pude ver, limpísima, con nada de basura regada en lugar alguno. El centro es muy atractivo, y la vocación turística quedó bien clara cuando se nos permitió visitar el Palacio de Gobierno de Yucatán aproximadamente a las 10 de la noche. Algunas ciudades "Patrimonio de la Humanidad", como Zacatecas podrían aprender de esta disposición.

Palacio de Gobierno de Yucatán, con la catedral, la nuit .
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Todos los meridianos con los que conviví se mostraron muy amables y de buen caracter: en mis lugares de trabajo, el hotel y turisteando por ahí; por otra parte, la velocidad con la que circula el tráfico, aún en las partes "rápidas" (el taxista que me llevó al aeropuerto iba desaforadísimo... a 80km/h) me habla de un estilo de vida bastante relajado, mientras que el desenfado de los lugareños refleja una calidad de vida elevada: también es muy seguro, como un comerciante me dijo "no hay bandidos yucatecos" (luego me aclararon que los bandidos vienen de otras partes de la república).

El salón principal del Palacio de Gobierno de Yucatán, con oleos de gran formato contando la historia de las luchas sociales de la entidad.
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Mi lugar favorito fué el renombrado Paseo de Montejo: una avenida rodeada por una colección ecléctica de lujosas construcciones, recuerdos de antaño: mansiones afrancesadas que reflejan los gustos porfirianos, monumentos neoclásicos tardíos, y mis favoritas, casas Art Decó para volver a los gloriosos años 30. Definitivamente regresaré a Mérida en la primeara oportunidad que tenga: me falta demasiado del Sureste por descubrir y disfrutar!

En la noche, un balcón de la afamada Casa de Montejo en el corazón de Mérida
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Pero como desconozco cuando se presentará esa oportunidad, me compre mi guayabera para conservar el estilo y aguantar los últimos calores que han pegado en Zacatecas: por lo mismo me voy a ir a tomar una Cerveza Montejo bien fría, para recordar mi viaje, con la tranquilidad de saber que si el mundo se va a acabar, siempre podremos huír a Yucatán. Salú!
P.D. Mi gratitud absoluta a la chulísima ingeniera Ana Razo, mi anfitriona bajacaliforniana en Mérida, que hizo de mi estancia una particularmente agradable.