Hace unos días tuve la oportunidad de ver el rockumental titulado "Metal: a headbanger's journey", dirigido y presentado por el antropólogo canadiense Sam Dunn; no se trata de un profundo trabajo de investigación escolástica; es principalmente una obra de entretenimiento, particularmente bien hecha, enfocada claramente a los fanáticos del género del Metal. Esta película va más allá de la música y se centra en diversos aspectos de la frecuentemente derogada y estereotipada cultura del Heavy Metal. Recomiendo este video a creyentes y no creyentes con mente abierta, la verdad no es genial pero si muy divertido.
Ahora bien, el punto de este blog no tiene que ver con la promoción de este video. Este blog es una afirmación de Fe, inspirada por esa película que comento: a pesar de que yo amo todos los géneros de música y disfruto mucho escuchado nuevas formas y estilo, que estoy casado con el Rock en casi todas sus formas y que no conozco fronteras en aspectos culturales o sociales, antes que nada:
YO SOY METALERO.
Aquellos que me conocen de tiempo atrás saben que no miento; otros, los que me conocen poco, quizás se cuestionen porque rara vez visto con camisetas negras, de esas que tiene logos o portadas de Cradle of Filth o de Manowar, y mezclilla rota, y cuero... esto se debe a que yo creo que lo metalero se lleva en la sangre, no sobre la piel; además ya me queda muy poco cabello para intentar andar todo greñudo (sin mencionar que mis clientes probablemente comenzarían a llamar a seguridad antes de que siquiera llegara a abrir mi portafolio de servicios).
Creo que el Metal es una de esas pocas cosas en el mundo que no aceptan medias tintas: o te gusta o no te gusta; como bien lo menciona Rob Zombie en el documental mencionado: "No hay un tipo que diga 'Ah, si recuerdo aquel verano en que estuve muy metido con Slayer' -- yo no conozco a ese tipo--". Y una vez que decides que estás del lado "gustoso", el Metal te marca para toda la vida: una profesión que estoy aquí para ratificar.
Aún recuerdo mi primer contacto real con el Metal: vino tarde a mi vida (como otras tantas buenas cosas), yo tenía 16 años, si no me equivoco, y rondaba alrededor del taller de música de mi prepa, viendo como me acoplaba con la banda. Yo aún estaba demasiado empapado de música como Santana y Chicago (por no mencionar MC Hammer); y aquél día había un debate sobre que rolas debería montar el grupo (y yo sugerí una de Santana... si, me miraron muy feo), a lo que algunos de sus miembros (Danny Dávila y Jesús Gamboa+), sugirieron "Enter Sandman" del nuevo disco de Metallica. Yo no sabía de que hablaban.
Unos días después llegué al taller cuando ellos ya ensayaban; Dávila tocaba la linea melódica al principio de la canción, y pues la verdad no le encontré nada de chiste (hasta la fecha), pero, en ese momento, Jesús entró en escena tocando la línea rítmica: ¡Dios! ¡Qué impresión! Jesús bombeaba el sonido de su Ibanez S a través de un combo Marshall: elpoderoso rugido de ese acorde E5 (la esencia del sonido metalero) me lanzó, casi literalmente, contra la pared del gimasio. No se cuanto tiempo tardé en salir de mi estupor: una forma de música que nunca antes había percibido, el cual, en aquellos tiempos, sólo pude describir como "un sólido muro de sonido", estaba empujando en mis oidos, llenando mi mente y emocionándome hasta las lágrimas.
No pasaron más que un par de días para que yo consiguiera (grabado del original de un amigo, no tenía dinero para más) el cassette de Metallica, y se convirtiera en mi soundtrack de cabecera; con el tiempo vendrían más: Megadeth, Pantera, Iron Maiden y otros hacia el pasado: Hendrix, Zeppelin, Deep Purple, the Cream. A través del Metal empecé a abrir mi mente al rock, al Alternativo, al Grunge, al Progresivo y eventualmente al Blues y al Jazz.
A partir de allí el Metal siempre me ha acompañado: ha sido mi asidero en muchos momentos difíciles de mi vida, pasándome corriente siempre que se me han bajado las pilas, y ayudándome a ventilar mi coraje y frustración: me es fácil recordar aquellas noches de soledad que pasaba, azotándome contra las paredes de mi habitación o del baño de mi casa (como era la habitación más pequeña de la casa, allí se encerraba bien el sonido de mi pequeño reproductor), con la grabadora a todo lo que daba tocando "The Four Horsemen" o "Becoming", hasta ser vencido por el cansancio.
Aún recientemente, cuando llegué a un punto de cierto aburrimiento y desencanto por la música contemporanea, guiado por mi compa el Tryno descubrí a los más nuevos actores del Heavy Metal moderno, con su fresca energía y agresivas tendencias, renovando mi Fe en el género y en la música en general (la verdad, hace mucho tiempo que no disfrutaba de un momento de pura y gloriosa epifanía como el que vino con mi con grupos Swift, Trivium, Atreyu y Alexisonfire).
Así, muchos años después, sigo siendo un devoto creyente en el poder del Heavy Metal, y espero que el género viva muchos años más, y morirme yo con él (moriré, con las botas puestas!). De rayo!
Creo que el Metal es una de esas pocas cosas en el mundo que no aceptan medias tintas: o te gusta o no te gusta; como bien lo menciona Rob Zombie en el documental mencionado: "No hay un tipo que diga 'Ah, si recuerdo aquel verano en que estuve muy metido con Slayer' -- yo no conozco a ese tipo--". Y una vez que decides que estás del lado "gustoso", el Metal te marca para toda la vida: una profesión que estoy aquí para ratificar.
Aún recuerdo mi primer contacto real con el Metal: vino tarde a mi vida (como otras tantas buenas cosas), yo tenía 16 años, si no me equivoco, y rondaba alrededor del taller de música de mi prepa, viendo como me acoplaba con la banda. Yo aún estaba demasiado empapado de música como Santana y Chicago (por no mencionar MC Hammer); y aquél día había un debate sobre que rolas debería montar el grupo (y yo sugerí una de Santana... si, me miraron muy feo), a lo que algunos de sus miembros (Danny Dávila y Jesús Gamboa+), sugirieron "Enter Sandman" del nuevo disco de Metallica. Yo no sabía de que hablaban.
Unos días después llegué al taller cuando ellos ya ensayaban; Dávila tocaba la linea melódica al principio de la canción, y pues la verdad no le encontré nada de chiste (hasta la fecha), pero, en ese momento, Jesús entró en escena tocando la línea rítmica: ¡Dios! ¡Qué impresión! Jesús bombeaba el sonido de su Ibanez S a través de un combo Marshall: elpoderoso rugido de ese acorde E5 (la esencia del sonido metalero) me lanzó, casi literalmente, contra la pared del gimasio. No se cuanto tiempo tardé en salir de mi estupor: una forma de música que nunca antes había percibido, el cual, en aquellos tiempos, sólo pude describir como "un sólido muro de sonido", estaba empujando en mis oidos, llenando mi mente y emocionándome hasta las lágrimas.
No pasaron más que un par de días para que yo consiguiera (grabado del original de un amigo, no tenía dinero para más) el cassette de Metallica, y se convirtiera en mi soundtrack de cabecera; con el tiempo vendrían más: Megadeth, Pantera, Iron Maiden y otros hacia el pasado: Hendrix, Zeppelin, Deep Purple, the Cream. A través del Metal empecé a abrir mi mente al rock, al Alternativo, al Grunge, al Progresivo y eventualmente al Blues y al Jazz.
A partir de allí el Metal siempre me ha acompañado: ha sido mi asidero en muchos momentos difíciles de mi vida, pasándome corriente siempre que se me han bajado las pilas, y ayudándome a ventilar mi coraje y frustración: me es fácil recordar aquellas noches de soledad que pasaba, azotándome contra las paredes de mi habitación o del baño de mi casa (como era la habitación más pequeña de la casa, allí se encerraba bien el sonido de mi pequeño reproductor), con la grabadora a todo lo que daba tocando "The Four Horsemen" o "Becoming", hasta ser vencido por el cansancio.
Aún recientemente, cuando llegué a un punto de cierto aburrimiento y desencanto por la música contemporanea, guiado por mi compa el Tryno descubrí a los más nuevos actores del Heavy Metal moderno, con su fresca energía y agresivas tendencias, renovando mi Fe en el género y en la música en general (la verdad, hace mucho tiempo que no disfrutaba de un momento de pura y gloriosa epifanía como el que vino con mi con grupos Swift, Trivium, Atreyu y Alexisonfire).
Así, muchos años después, sigo siendo un devoto creyente en el poder del Heavy Metal, y espero que el género viva muchos años más, y morirme yo con él (moriré, con las botas puestas!). De rayo!
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Kámarax