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Limpiando el polvo

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Hoy tiré a la basura gran cantidad de cosas que acumulaba en casa, casi todas relacionadas con algún recuerdo de carácter sentimental... las más viejas tendrían unos 17 años de antigüedad. Ahora ya se fueron. Supongo que desempolvar la memoria y decirle adios a estos mementos es una sana práctica que nos permite dar pasitos adelante cargando menos peso sobre nuestros hombros. Así que hay que aprovechar la coyuntura para dar algunas despedidas: la de nuestros grandes amores...

Ojos de tristeza antigua.

¿Cómo olvidarte, pequeña asustada e indefensa? ¿Cómo olvidar cuando te encontré, como una flor hermosísima, pero con tus pétalos cerrados sobre ti misma? ¿Cuando me enamoré de ti, y el más sorprendido de ese hecho era yo? Aún te recuerdo, con tu cabello volando al viento, cazando reflejos del sol vespertino, y tu mirada, siempre dulce, siempre guardando resquicios de tristeza y de dolor. Y también recuerdo tu exquisita sagacidad, tu inquieto estilo de vida, siempre correteando, arriba y abajo, imparable, incansable. Pero no dejo atrás tu lado oscuro, tu vida siempre bordeando el abismo, una condena colgando siempre entre nosotros y sobre nosotros. Y yo, inútil, buscando desesperadamente salidas y medicinas que curen tu vida y tu corazón. ¿Cómo olvidarte en esas noches de llanto: las tuyas y las mías? ¿Cómo dejar atrás el amor, de esas noches cargadas de electricidad, cuando tu pecho desnudo se agitaba al contacto de mis manos? Tus mejillas sonrosadas, tu piel perfecta rielando bajo la luz difusa, casi inexistente. Tu rara belleza, entregada a mí, y el imborrable contacto de tus labios sobre mis manos. Y al final, el dolor de perderte. Dolor intenso, infame, inmitigable. Dolor que vino, y al final, bajo la sabiduría del tiempo, se fue.

Creo que ahora eres feliz, que has encontrado todas las cosas con las cuales soñabas y anhelabas: eres madre y esposa, y una profesional de éxito. Tu camino está infinitamente lejos del mío, pues no sólo el tiempo y miles de kilómetros nos separan, sino que nosotros hemos cambiado hasta el desconocimiento de aquellos ingenuos que soñamos juntos alguna vez. Pero me siento contento de que compartas conmigo tu hermoso presente y espero que en cada día que vives lleves contigo algo de ese amor que traté tantas veces de implantar en tu vida, del mismo modo que tu huella transformadora marcó mi camino

Ojos tapatíos, ojos de fuego.

¿Recuerdas, Amor, aquella noche que platicaste largamente con la luna? Me dedicaste una mirada cargada de energía, y me prometiste que nunca la olvidaría: eras como un bebé con una pistola cargada, y tenías razón además. Hoy dije adiós a muchas cosas tuyas: no pude evitar el llanto, pero lo dominé y las dejé ir. Aun tengo souvenirs de tu amor; quizás pronto se vayan también. Pero no importan, las huellas más grandes las llevo en mi interior: en mi cabeza y en mi corazón están tatuadas todas tus caricias y tus besos: tu sonrisa pícara y tus muecas de duda y desagrado. Tus juegos y tus celos: tu arrogancia y tus inseguridades. Cada momento que pasamos juntos, cada arrebato de coraje y también de pasión: tu cuerpo lívido, desnudo por primera vez frente a ojos ajenos: los míos. Cada sabor y aroma que dejaste impreso en mis sentidos. Tu aguda inteligencia, tu percepción rápida e ineludible: tus oscuros rincones privados: y por encima de todas las cosas, tus ojos: esos ojos, los más poderosos, espejos de tu furia y tu alegría. Aquí te llevo dentro, toda tú, mujer absoluta, incomparable.

Me duele que hayas escogido un camino que te borra por completo de mi vida futura, y por ello te he odiado y extrañado con dolor, intermitentemente. Pero nuestro destino es así, y lo acepto, pues al cerrar esta puerta, dejaré abierto el camino para el futuro. No sé que pasos caminas, con tu pesada carga de heridas y temores: hubiera querido, al menos como tu amigo, ayudarte a cargarla, intentar mitigar tu dolor. Pero no me ha sido permitido, y así te dejaré ir: enviándote mi bendición, desde mi esquina del mundo, y esperando que algún día, en un tiempo mejor, nuestros caminos se vuelvan a cruzar para bien.

Amores míos, hoy he visto el mundo desde una cima, y no he podido ver mi cielo azul, con su viento limpio y frío. Sólo cielos grises y aires borrascosos. Sin embargo, no les digo adiós con dolor, sino con esperanza: un día, quizás no muy lejano, mi cielo vuelva a ser el de mis sueños, y el sol bañe con sus rayos a una nueva reina de mi corazón: ella tendrá su propio lugar, pero nunca reemplazará el ustedes labraron y que permanece indeleble, cada una con su música y sus imágenes imborrables. Las amo.

On certain Sundays in November
When the weather bothers me
I empty drawers of other summers
Where my shadows used to be

She is standing by the water
As her smile begins to curl
In this or any other summer
She is something all together different
Never just an ordinary girl


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2 Responses to "Limpiando el polvo"

  1. PBeltran Says:
  2. El comentario de arriba lo he ignorado por su contenido soez: cuando el que lo escribió revise su redacción y vocabulario lo atenderemos.
  3. Anaita Says:
  4. Pire:
    eso que has escrito es hermoso.

    Desearia que alguna vez alguien me recuerde de ese forma. Es realmente dulce la forma como puedes almacenar los recuerdos en tu mente y en tu corazon, dejarlas ir y aun asi seguirlas viviendo.

    fue tan intenso que llore.

    un abrazo