# 1, La Milla de Indianápolis.
Kenny Roberts es el equivalente motociclistico al gran Edson Arantes “Pelé”: una figura ampliamente respetada y reconocida en su área, no únicamente por sus logros en las pistas, sino por su compromiso con el deporte y gran calidad humana. No en vano, al igual que el futbolista brasileño, es apodado “El Rey” o “King Kenny”. Su talento y fama alcanzan niveles legendarios, y su nombre siempre es mencionado junto al de otros grandes de las dos ruedas como Hailwood, Agostini, Spencer y Lawson. Pero no se llega a ser una leyenda viviente de nada sin hechos que avalen esta postura, y uno de los más recordados sin duda es aquel que tuvo lugar en 1975.
En este panorama, Kenny Roberts estaba forjando su carrera dentro del deporte motor. Para el ’75 ya en dos ocasiones había ganado el afamado #1 de la AMA, sin embargo en ese año en particular, corriendo para el equipo Yamaha, se las veía pelonas para poder conservar su título. La competencia era feroz entre escuderías y pilotos, con nombres tan famosos como Jay Springsteen, Corky Keener y Gary Scott, quien a mediados de la temporada tenía agarrada de un asa la copa que Roberts quería reclamar nuevamente para si. Además, la maquinaria Yamaha no estaba a la altura de las famosas XR750 de Harley-Davidson y otras cafeteras serias como las Kawasaki Triples afinadas por el legendario mecánico samurai Erv Kanemoto.
El Rey fue presentado con su nueva arma apenas el día anterior a una de las carreras más importantes del año: La milla de Indianápolis. Poco sabía Kenny que pronto iba a conocer el temor de Dios, en la forma de una moto estampada con tres diapasones.
El día de la carrera la moto se mostró dura de manejar, y en un principio no se utilizó toda la potencia disponible; aún así Roberts consiguió calificar para el evento principal: El Grand Nationals. El último evento de la noche, y Kenny se dispuso a soltarle las riendas a la bestia: cayó la bandera verde y… nada.
Pero Kenny tenía la talla para el desafío y se decidió a someter al demonio mismo: alargando hasta lo imposible las rectas y “cuadrando” el óvalo a fuerza de salvajes derrapadas que sacaban chispas de su zapato de metal, empezó a abrirse camino, corriendo por el borde exterior del óvalo, la parte más larga, siempre en el límite extremo del control.
Mientras tanto en otra parte del circuito, la carrera se desarrollaba espectacularmente: todos los contendientes eran de primera clase así como sus máquinas, y se cambiaban lugares constantemente, en un desafío que sería recordado por muchos como una de las mejores carreras motociclistas de la historia. Conforme el tiempo pasaba, el domino de las excelentes Harley-Davidson empezó a quedar bien claro, y los coequiperos Jay Springsteen y Corky Kenner comenzaron a despuntar del paquete, prácticamente asegurando un 1-2 para su escudería. A pesar de lo disputada que estaba la carrera, su posición aparentaba ser tan cómoda, que la fantasía popular puso este diálogo en la boca de estos corredores:
Corky – La, la, la, ¿no te parece Jay, que la vida se ve grandiosa estando enfrente del montón?
Jay – Si querido Corky, que pena por nuestro compa Roberts, pasandola de la chingada, tratando de controlar ese adefesio de… ¿Qué es ese sonido tan horrible?
Ese sonido era Kenny Roberts, sobre la Yamaha infernal. Cerca del final de las veinticinco vueltas de la carrera, Kenner presintió algún peligro, y al voltear vio al monstruoso adefesio negro y amarillo acercándose por el exterior de la pista. En un ademán que ha quedado para la historia se alzó sobre su asiento para indicarle a Springsteen que el mismísimo Diablo había venido por ellos: A máxima velocidad, al límite de la tracción y con control poco menos que marginal, el Rey se acortaba la distancia con los primeros lugares. Uno a uno habían caído ya una docena de competidores, incapaces de sostenerle el paso a la moto más salvaje que hubiera visitado un Dirt Track. En un último despliegue de poder, al final de la última recta, Roberts soltó por completo su máquina para dominar a los últimos corredores en la pista: alcanzó primero la bandera a cuadros, con menos de una moto de diferencia de Jay Springsteen, seguidos por Gary Scott, quien había aprovechado la confusión para arrebatarle el tercer lugar a Corky Kenner.
¿Y que pasó con el Rey Kenny? Aunque no ganó el campeonato de 1975, su posterior carrera, incluyendo tres Campeonatos del Mundo de 500cc lo confirman como un dios de las pistas y un icono legendario del Deporte. ¿Y qué opinaba él de dicha hazaña? Bueno, la frase que acuñó para los medios inmediatamente después de bajarse de la Yamaha negro y amarillo lo dice todo: “No me pagan lo suficiente para montar esa cosa”.
Muy bueno, lo de la Milla de Indianapolis. Por cierto, es imposible que la última foto sea el podio de esa carrera. Roberts era número 1 y el Scott que ves ahí es Hank Scott, el hermano de Gary. Además, Gary quedó cuarto en esa carrera.
Mírate esto. Te gustará.
http://www.vft.org/Magazines/PopCycIndyKR1.jpg
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Gracias!
Aibo