Pasé la mejor parte de las dos últimas semanas en el D.F.
La verdad disfruto grandemente de estar en la Ciudad de México, pues amo las grandes ciudades y esta es una urbe emblemática, en donde se puede disfrutar de una avalancha de cosas chingonas. Sin embargo en toda su vastedad también se encuentra uno con una inmensidad de cosas tristes, dolorosas e incluso sórdidas. Como lo describió un amigo de un amigo "La Ciudad de México tiene muchos diamantes nadando en un mar de mierda".
El lugar de mi trabajo es la avenida Cuauhtémoc, al sur de la ciudad, en un high rise que domina esta parte del paisaje urbano, y que comparte su derecho de aire con el edificio que alberga al conocido períodico "La Jornada". En este lugar fuí testigo de un espectáculo que me conmovió y me hizo pensar bastante: un caballero, cuyo nombre desconozco, instaló una diminuta tienda de campaña frente a las oficinas del mencionado periódico y acto seguido, después de tapizar las premisas con cartulinas escritas a mano con sus motivos, procedió a ponerse en huelga de hambre.
La historia en breves rasgos es la siguiente: esta persona, cuyo nombre no llegué a conocer, laboraba para la Jornada, en un puesto indeterminado (sin duda, obrero de algún nivel bajo), y repentinamente tuvo un problema de salud que lo condujo de manera urgente a hospitalización y cirugía. Pasado este trance, el obrero regresó a su trabajo sólo para descubrir que había sido removido del mismo por "abandono de sus obligaciones".
Sus demandas: reconocimiento del abuso en que se había incurrido contra él y fin de las violaciones a los derechos laborales de los trabajadores de La Jornada.
A lo largo de los días que estuve en el DF, fuí observando como este hombre se iba deteriorando poco a poco, evidentemente a causa del hambre, pero además, creo yo, a causa de la indiferencia con la que su protesta pasaba frente a los ojos de los habitantes de la Ciudad. Poco antes de regresar a Zacatecas, intercambié algunas palabras con este caballero, y el me comentó que la mejor forma de apoyarlo era dando a conocer su caso e invitando a los medios informativos a que le dieran cobertura.
No quiero pecar de naïve, pues me queda clarísimo que los medios no están interesados en su historia. No únicamente por carecer de aspectos sensacionales (este tipo de injusticias laborales son comunes en nuestro país), sino además por que dudo que períodico alguno desea atacar a sus colegas, fuera de toda cortesía profesional, principalemente para evitar una "guerra" informativa.
No creo que el hombre esté tan ajeno a estas circunstancias, y creo que es consciente de que sólo acercándose a la muerte alguien le prestará atención.
Conozco y entiendo las maquinarias de los apropiadamente llamados "ambiciosos cerdos capitalistas", y aunque creo en el capitalismo como forma de obtener riqueza, delezno el hecho de que las personas con menos oportunidades queden atrapadas y aplastadas en ella: aquí coincido con mi amigo Tryno en que sólo una social democracia capitalista moderna les podría hacer justicia. Destesto el hecho de que un medio informativo ampliamente calificado y autocalificado de "Izquierdas" se pase por el arco del triunfo a un trabajador, lo cual demuestra la falsedad de su premisa.
No hay mucho que pueda hacer desde mi pequeña tribuna por aquel hombre, aparte de admirar su valor civil, y reconocer que se requieren muchos tanates para hacer lo que él intenta... no creo yo poder llegar a tener esa fuerza (y espero no necesitarla)... sólo me queda desearle suerte y la mejor resolución posible para su conflicto, un diminuto armaggedon que nos baja el karma de manera colectiva. Aí nos vidrios.
La verdad disfruto grandemente de estar en la Ciudad de México, pues amo las grandes ciudades y esta es una urbe emblemática, en donde se puede disfrutar de una avalancha de cosas chingonas. Sin embargo en toda su vastedad también se encuentra uno con una inmensidad de cosas tristes, dolorosas e incluso sórdidas. Como lo describió un amigo de un amigo "La Ciudad de México tiene muchos diamantes nadando en un mar de mierda".
El lugar de mi trabajo es la avenida Cuauhtémoc, al sur de la ciudad, en un high rise que domina esta parte del paisaje urbano, y que comparte su derecho de aire con el edificio que alberga al conocido períodico "La Jornada". En este lugar fuí testigo de un espectáculo que me conmovió y me hizo pensar bastante: un caballero, cuyo nombre desconozco, instaló una diminuta tienda de campaña frente a las oficinas del mencionado periódico y acto seguido, después de tapizar las premisas con cartulinas escritas a mano con sus motivos, procedió a ponerse en huelga de hambre.
La historia en breves rasgos es la siguiente: esta persona, cuyo nombre no llegué a conocer, laboraba para la Jornada, en un puesto indeterminado (sin duda, obrero de algún nivel bajo), y repentinamente tuvo un problema de salud que lo condujo de manera urgente a hospitalización y cirugía. Pasado este trance, el obrero regresó a su trabajo sólo para descubrir que había sido removido del mismo por "abandono de sus obligaciones".
Sus demandas: reconocimiento del abuso en que se había incurrido contra él y fin de las violaciones a los derechos laborales de los trabajadores de La Jornada.
A lo largo de los días que estuve en el DF, fuí observando como este hombre se iba deteriorando poco a poco, evidentemente a causa del hambre, pero además, creo yo, a causa de la indiferencia con la que su protesta pasaba frente a los ojos de los habitantes de la Ciudad. Poco antes de regresar a Zacatecas, intercambié algunas palabras con este caballero, y el me comentó que la mejor forma de apoyarlo era dando a conocer su caso e invitando a los medios informativos a que le dieran cobertura.
No quiero pecar de naïve, pues me queda clarísimo que los medios no están interesados en su historia. No únicamente por carecer de aspectos sensacionales (este tipo de injusticias laborales son comunes en nuestro país), sino además por que dudo que períodico alguno desea atacar a sus colegas, fuera de toda cortesía profesional, principalemente para evitar una "guerra" informativa.
No creo que el hombre esté tan ajeno a estas circunstancias, y creo que es consciente de que sólo acercándose a la muerte alguien le prestará atención.
Conozco y entiendo las maquinarias de los apropiadamente llamados "ambiciosos cerdos capitalistas", y aunque creo en el capitalismo como forma de obtener riqueza, delezno el hecho de que las personas con menos oportunidades queden atrapadas y aplastadas en ella: aquí coincido con mi amigo Tryno en que sólo una social democracia capitalista moderna les podría hacer justicia. Destesto el hecho de que un medio informativo ampliamente calificado y autocalificado de "Izquierdas" se pase por el arco del triunfo a un trabajador, lo cual demuestra la falsedad de su premisa.
No hay mucho que pueda hacer desde mi pequeña tribuna por aquel hombre, aparte de admirar su valor civil, y reconocer que se requieren muchos tanates para hacer lo que él intenta... no creo yo poder llegar a tener esa fuerza (y espero no necesitarla)... sólo me queda desearle suerte y la mejor resolución posible para su conflicto, un diminuto armaggedon que nos baja el karma de manera colectiva. Aí nos vidrios.